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viernes, 26 de diciembre de 2025

El mar siempre será lila - Cecilia Laiño

Título: El mar siempre será lila
Autor: Cecilia Laiño
Género: Narrativa contemporánea
Editorial: Bärenhaus
N de Páginas: 224
I.S.B.N.: 978-631-6665-04-1
Año: 2025

Su mente divagaba entre pensamientos difusos, imaginando cómo el cuarto de baño se expandía y contraía a su alrededor. La noche porteña tenía esa extraña dualidad de encanto y decadencia. Un rato atrás se sintió deseada; ahora, yacía entumecida en el suelo mugriento de un cuchitril en Palermo. Se arrimó al inodoro, abrió la boca, pero nada salió. Insistió una vez más, sin éxito. A la tercera, finalmente lo expulsó todo. Lo encontró fascinante: una mezcla de colores y texturas que tomaron la forma de jazmines, ámbares, tarántulas y mantarrayas. Esta es la historia de Luz, una joven atrapada entre lo que es y lo que anhela ser, aunque aún no lo sepa. Cuando el pasado agobia y el presente no es más que costumbre, sólo queda una opción: escapar.

Al comenzar con esta lectura no entendí bien que rumbo tomaría pero pronto se volvió una experiencia profundamente sensorial y emocional. Este es un libro que no se apura, invita a leer despacio y con atención, porque lo esencial no siempre está en lo que sucede, sino en lo que se siente, en lo que vibra por debajo del texto.

Luz, la protagonista, viaja. Se desplaza por distintos lugares y paisajes que no funcionan solo como escenarios, sino como reflejos de su mundo interior. Cada sitio que atraviesa acompaña un momento distinto de su proceso personal. hay espacios que alivian pesares, otros que incomodan y otros que simplemente permiten respirar un poco. Viajar, en esta historia no es escapar, sino habitar el tránsito, aceptar el movimiento como parte del autoconocimiento.

«Las palabras podían ser puñales que no se veían, pero penetraban en el alma. El dolor de una caída en la vereda se veía en la pierna, estaba expuesto. Ya sabías el porqué de la lastimadura. Era una molestia que podías mostrar y señalar. Sin embargo, no sucedía lo mismo con la herida de una palabra. Esta podía ser imperceptible al primer momento, pero con el tiempo el dolor se alojaba por todo el cuerpo y no se podía precisar bien su punto de origen ni su causa.»

Uno de los aspectos que más disfruté es la enorme imaginación de Luz. Su forma de percibir el mundo está atravesada por la sensibilidad, por asociaciones poéticas y por una mirada que nunca se queda en lo literal. La realidad, para ella, siempre tiene una capa más: lo que recuerda, lo que imagina, lo que siente. Esa imaginación no aparece como algo ingenuo, sino como una herramienta vital para entender(se) y sostenerse.

La escritura de Laiño es uno de los grandes aciertos del libro. Su prosa es delicada, poética y profundamente visual. Hay una belleza constante en la manera de decir, en la elección de las palabras, en la construcción de imágenes que se quedan resonando mucho después de cerrar el libro. Es una escritura íntima, que no busca el impacto inmediato, sino la permanencia.

«Te ama cuando se sienta a tu lado en silencio y, a pesar de tus demonios, se queda quieto allí.»

A lo largo de la novela aparecen también presencias y ausencias que marcan a Luz desde muy temprano. La pérdida de un hijo por parte de su madre, antes de que ella naciera, funciona como un duelo silencioso, previo, que atraviesa el clima familiar y deja huellas. No se trata de algo explícito, sino de una herencia emocional, de un dolor que antecede y que de algún modo se filtra en la manera de amar, de cuidar y de temer. Esa capa suma profundidad al personaje y dialoga con otros elementos del libro, como la fragilidad, la memoria y el cuerpo.

«Cuando alguien fallece los recuerdos se difuminan y, al tiempo, la representación real de la persona pasa a ser un invento producto de las ganas de volver a encontrar al ser querido. Con su abuela le sucedió muchas veces. Retumbaban en su conciencia intentos de expresiones, pero ya no estaba segura.»

Existe también algo que se repite y funciona como una manifestación de la infancia, de lo vulnerable, de aquello que no termina de irse y que pide ser reconocido. Nada está cerrado ni explicado del todo, y ahí radica la fuerza de esta historia: dejar espacio para la interpretación y la emoción.

La elección de la portada dialoga de manera muy sutil con el espíritu del libro. La imagen corresponde a Antti at the Beach, un óleo sobre lienzo de la artista finlandesa Venny Soldan-Brofeldt. La figura frente al mar, la intimidad de la escena, la calma contemplativa, acompañan perfectamente la sensibilidad del relato y esa forma tan personal de habitar el mundo que tiene Luz.

«Yo te lo puedo contar, una amiga te lo puede contar; pero cuando se pasa la experiencia por el cuerpo ya no resulta tan sencillo como te lo habían relatado. Dale lugar a este enojo, dale lugar a la emoción.»

El mar siempre será lila deja un mensaje muy poderoso de autoconocimiento y autoaceptación. Sobre aprender a mirarse sin exigencias, sin dureza. Sobre entender que no todo tiene respuestas claras, que no todo se resuelve, pero que aun así se puede seguir adelante. Que está bien ser sensible, contradictorio, cambiante. Que está bien mirar el mundo de una manera propia.

Lo cierto es que disfruté muchísimo esta lectura ya que es un libro que acompaña sin juzgar, que deja una sensación muy cálida al terminarlo. Porque a fin de cuentas, entender quiénes somos no siempre consiste en cambiar la mirada, sino en aceptarla. Y una vez que lo hacemos, el mar azul que todos conocemos, también puede transformarse en lila.

Mi calificación para este libro es: 4/5