La primera novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus narra la saga de una poderosa familia de terratenientes latinoamericanos. Magistralmente ambientada en algún lugar de América Latina, la novela sigue paso a paso el dramático y extravagante destino de unos personajes atrapados en un entorno sorprendente y exótico.
La casa de los espíritus de Isabel Allende es uno de esos libros que te sacuden. No solo por la historia en sí, sino por todo lo que te hace pensar y sentir. Comencé a leerlo porque ya llevaba esperando mucho tiempo en mi biblioteca pero jamás imaginé terminar tan inmerso en la historia, como si hubiera conocido a los personajes desde siempre.
Fué impactante el descubrir cómo Isabel mezcla lo personal con lo político, lo mágico con lo trágico. Mas allá de descubrir que la pluma de la autora es exquisita, ésta no es solo la historia de una familia, es la historia de un país entero atravesado por la violencia, la desigualdad y el poder. A través de las generaciones de los Trueba y las Del Valle, uno ve cómo el amor, la locura, la muerte y la esperanza se entrelazan con momentos históricos que, aunque transcurren en Chile, son dolorosamente parecidos a lo que pasó (y pasa) en mi
querida Argentina.
Allende sabe combinar una historia familiar con momentos de realismo mágico que logran que lo cotidiano y lo sobrenatural convivan de manera natural. Los personajes están llenos de contradicciones y humanidad: Clara, con su especial sensibilidad y su mundo espiritual, me resultó entrañable; mientras que Esteban Trueba, aunque muchas veces despierta rechazo, representa muy bien a una parte de la historia latinoamericana marcada por autoritarismos y desigualdades.
La parte en la que se habla de la dictadura me dejó un nudo en la garganta. Las desapariciones, la censura, la represión, la forma en que el miedo se mete en la vida cotidiana.. Lo leía y en muchas ocasiones no podía parar de llorar.. pensaba en nuestra historia: en los años oscuros de la dictadura argentina, en los centros clandestinos, en los que no volvieron, en las abuelas que aun siguen buscando. Y no solo eso: también pensé en lo que está sucediendo hoy. Las universidades tomadas, los recortes, la lucha de los estudiantes por defender el derecho a la educación. Todo eso también está en el libro, de otra forma, en otro contexto, pero el eco es el mismo.Jóvenes que no se quedan callados, que resisten, que se organizan aunque les digan que no sirve de nada. Esa parte del libro me dio bronca, sí, pero también orgullo. Porque la historia se repite, pero también nos muestra que siempre hubo gente que peleó por lo justo, incluso cuando parecía imposible.
A pesar de todo el dolor, el libro me dejó una sensación de esperanza. De que la memoria importa, de que las palabras tienen poder y de que el amor, por más golpeado que esté, sigue siendo una forma de resistencia.
Creo que no es casualidad haber postergado la lectura tanto tiempo y hacerlo justo ahora, en este momento tan crítico por el que atraviesa mi pais. Ya que me recordó que, aunque la historia duela, también puede enseñarnos a no repetir los mismos errores.
La casa de los espíritus no es solo una bella novela. Es una historia de las que te sacuden, un espejo incómodo, una invitación a no olvidar. No por nada es considerada la novela más emblemática y destacada de esta gran escritora a quien hoy admiro y respeto mucho.
Mi calificación para este gran libro es sin duda: 5/5
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